El rechace del último instante

 

Es muy probable que en esta agua tan lenta con esa poca cantidad de línea la razón de no haber clavado ese pez, sea simplemente porque no ha cogido la mosca.

Rechace de ultimo instante

Uno de los rechaces más normales, en mosca seca, es el rechace en la última décima de segundo.

Lo que parece un insecto apetecible a cierta distancia, deja de serlo cuando se observa delante de la punta del morro. Lo que parece un apetecible bocado que flota de manera natural, deja de serlo, al apreciar de cerca, un excesivo peso o sensación de tensión en su deriva (micro-dragado). Y una trucha puede hacer alguna concesión imaginativa a tomar moscas inverosímiles pero jamás hará ninguna, a un insecto que refleje algún nivel de dragado anti-natural. Repito, ninguna.

Un brusco giro de trayectoria, entre maniobra y susto, es lo que realiza la trucha para no tocar ese objeto difícil de identificar que de repente se ha convertido en algo no deseado. La distorsión creada en la superficie y el ruido provocan una violenta clavada del pescador, ocasionando una violenta arrancada de la línea encima del agua. Normalmente el pescador exclama: «¡La fallé!».

 Yo creo que la mayor parte de las veces la que la falló, con total consciencia de lo que hacía, es la trucha.

Esta trucha, si no ha sido pinchada, volverá a comer cuando su grado de alerta disminuya. Sin embargo, incluso si se pone a comer, su grado de alerta no volverá a ser tan bajo como cuando subió a la mosca por primera vez. Según la Teoría de los Grados de Alerta una trucha puede estar comiendo hasta con un grado de alerta dos y con una cierta “conciencia” de nuestra presencia.

Incluso si se pone a comer, su grado de alerta no volverá a ser tan bajo como antes

Su comportamiento a la hora de tomar las moscas no será regular ni muy predecible y eso dificultará enormemente la labor del pescador que debería esperar todavía más a que, tras un buen rato alimentándose, la trucha pase a grado de alerta uno o cero.