
La otra pesca con mosca
Acabo de ver el reportaje de Caza y Pesca sobre la pesca en el Strobel (un presente histórico, ya que lo ví hace algunos años, en realidad).
El Strobel es ese lago también conocido como Lago Jurásico en medio de la nada de la Patagonia argentina, donde abundan las truchas arco iris más grandes y en mayor número del planeta.
Y me he quedado reflexionando un rato. No quería pero no he podido evitarlo.
Las truchas que aparecen son enormes y el número de ellas probablemente más enorme aún. Los pescadores que salen en el reportaje son todos experimentados y muy buenos. El entorno impresionante por su sobriedad y dureza. Las condiciones para la pesca duras por un viento insistente que pone en peligro en numerosos momentos, no solo el lance, si no el equilibrio de los arriesgados y entusiasmados protagonistas. Y las capturas numerosas. Y sin embargo, me quedo con una sensación rara que hace que me pregunte que si lo que acabo de presenciar tiene algo que ver, aunque sea de manera remota, con lo que para mí representa la pesca con mosca.
Un reportaje de pesca con mosca en el que no haya ninguna mención de las imitaciones utilizadas (excepto los perdigones en las escenas de pesca en el río Barrancoso) se queda un tanto cojo. Ningún atisbo sobre la presentación de los señuelos ni sobre el lanzado ni la recogida. Los aspectos técnicos de la pesca o de cualquier otro tipo no existen. Estrategia de pesca en base a algún criterio científico o biológico, nada.
Las secuencias de pesca, todas ellas casi idénticas, son simples. Lanzar como puedas lo que tengas e ir recogiendo hasta clavar algo. Pelear y a la sacadera. Fotos, muchas fotos y vuelta al agua. Después, abrazos, apretones de mano y celebraciones diversas que rubrican prácticamente cada una de las capturas que aparecen en la película.
A veces pienso que existen tantas maneras de vivir y sobretodo sentir la pesca con mosca como número de pescadores. Supongo que la del Strobel es una más. Una variante en la que prima por encima de todo el nivel de adrenalina producido y las sensaciones testosterónicas a lo grande. Pura y simple diversión con una caña en la mano y un pez enganchado al final de la línea.
Supongo que el Strobel es como un intensivo a lo bestia. Intensivo en peces, emociones y vivencias. Un intensivo un poco más caro, un poco más lejos y extremadamente mimado en su conservación. Creo que el nombre de Jurásico le encaja a la perfección. Un entorno prehistórico lleno de bestias salvajes capaces de suscitar en el visitante algunos de sus instintos más básicos y primitivos. Quizás el reportaje que acabo de ver sea simplemente un espectacular programa de acción de pesca sin más pretensionas, nada apto para pescadores un mínimo exigentes que busquen algo más en este variopinto deporte.
No sé, igual que el raro sea yo y todo sea pura envidia por no poder acercarme un día por aquellas tierras tan ventosas y poder clavar uno de esos peces tan fantásticos. De todas formas, me gustaría saber qué sienten y opinan, con sinceridad y fuera de cámara, los protagonistas, como experimentados pescadores a mosca que son, sobre la intensa experiencia de pesca que vivieron en el Strobel.