
Los perdigones
He tenido que relajarme y contar hasta diez antes de ponerme a escribir este artículo. Y el caso es que lo veía venir.
Dejadme que me restrospecte un poco atrás en la historia.
Contemporáneo de Halford y gran discutidor de sus férreos planteamientos, al gran pescador Skues se le ha descrito como el gran libertador de la pesca a mosca de este siglo.

A pesar de que sus estudios y puntos de vista han aportado más sentido común e ideas a la literatura de la pesca a mosca que cualquier otro pescador anterior o posterior a él, Skues es fundamentalmente conocido por haber desencorsetado a la pesca con mosca de planteamientos férreos como la sacralizada utilización de la seca, sus montajes “realistas” de la época y actitudes y modos elitistas en relación con la pesca con mosca y tipo de pescador.
En otras palabras, Skues trabajó con tesón y mucho éxito en la democratización de nuestro deporte. Con Skues, casi cualquiera podía ser pescador con mosca y practicar un deporte con sencillez y sin grandes desembolsos. Y sacar tantos peces como los otros. Y a ninfa. Sacrilegio para la férrea Halfordniana norma establecida de la época.
Al grano
Desde hace unos años, hemos sido testigos de la invasión de un elemento técnico que ha multiplicado por 1000 el efecto democratizador de Skues. Se trata de los perdigones.
Ya hace tiempo, en el río Esca en Roncal, aquí en Navarra, realizé un experimento con cabezas doradas. Quería demostrar que una cabeza dorada era igual de efectiva o quizás más tan solo con la bola, con la tija del anzuello totalmente desnuda.

Las conclusiones de ese experimento en el que participaron dos amigos más durante una muy buena jornada de pesca, de más de 8 horas, fueron concluyentes. Aparentemente, no había ninguna diferencia entre pescar con moscas vestidas o desnudas, siempre que llevaran bien pegada una bola de tungsteno dorada (no probamos plateadas ni cobrizas). De hecho, un comentario unánime fue que las desnudas llegaban antes al fondo pudiendo pescar de punta con mayor efectividad.
¿Efecto democratizador? Aquí en Aoiz, pueblo donde vivo a las orillas de un gran río, este año decidieron empezar a pescar a mosca dos pescadores/capturadores de todo, que veían como la rapala no era tan efectiva en algunos días cálidos, en los que había eclosiones de insectos en el agua.
Me habían visto cantidad de veces practicar lanzado en hierba en zonas despejadas alrededor del pueblo. Se animaron a aprender y dar sus primeros pasos y yo les eché una mano. Y al poco, descubrieron los perdigones. Y ya está.

Paqué más complicaciones. No me líes con bucles ni montajes. Los perdigones atados a esos hilos superfinos y resistentes bajan hasta el fondo de manera rápida y se presentan por delante del morro de cantidad de truchas, estén donde estén, tengan hambre o no. Y brillan por su cabeza, por sus esbeltos y ahusados cuerpos super barnizados y por su alma. Y atraen. Y las truchas los toman con avidez. Hábermelo dicho antes.
En su primera temporada con «mosca» estos paisanos han sacado un número sustancialmente mayor de truchas que yo. No me importaría lo más mínimo si no fuera por el hecho de que la mayor parte de ellas pasaron a mejor vida. A peor, ya me entiendes.
Esa frasecica de «que solo a través del conocimiento y esfuerzo llegas realmente a valorar las cosas» , es una verdad absoluta en la pesca sin muerte. Absoluta.
Solo mi opinión
Pues eso. Sin ser ni de cerca Halfordniano ni purista de nada, no me gustan los perdigones. Conceptualmente, emocionalmente, por su desmedida efectividad, por su desprecio por todo lo que remotamente se pueda parecer a una técnica de uso que requiere un mínimo aprendizaje y dedicación y hasta por su nombre. Un nombre más cercano a la caza que a la pesca.

Pescar con perdigones es alejarse de varios de los elementos técnicos que singularizan y hacen de este deporte algo especial y diferente a las demás modalidades de la pesca. Fundamentalmente del lanzado y manejo de la línea. Una técnica más cercana quizás, a la pesca con lombriz, que a la pesca con mosca.
Recuerdo hace muchos años cuando se prohibieron los aparejos de ninfa. Ese tubo de plástico con un gran plomo al extremo y tres ninfas que bajaban hasta el fondo y pescaban mucho. Demasiado según muchas administraciones locales. Y se prohibió dicha técnica.
Corolario
En fin, no es un artículo para hacer amigos porque la popularidad de este método es enorme y sus practicantes son defensores acérrimos de la dificultad de la técnica, de la importancia de los colores del perdigón y del talento del pescador que requiere esta modalidad. No estoy para nada de acuerdo con ellos.