
Javier Riega, pescador a mosca
Hoy (11 de Abril de 2017) he dado un curso de tres horas en el campo de fútbol de Unciti, lugar habitual de mis cursos locales. Precioso día con un ligero viento que racheaba a veces pero nada serio.
Un entorno espectacular como lo es este valle por el que transcurre el magnífico río truchero Erro.
El alumno, un tudelano entusiasta de la seca desde hace 15 años, casado y con dos hijos pequeños. Por teléfono días antes, como es mi costumbre, le hice varias preguntas para intentar determinar su nivel, puntos débiles y áreas de mejora. Difícil tarea la de intentar que un experimentado pescador mejore su técnica de lanzado en tan solo tres horas.
Sin embargo, tengo que decir, no sin emoción, que Javier Riega es uno de esos pocos alumnos que me va a dejar huella durante mucho tiempo. Al margen de su extraordinaria habilidad en asimilar casi de inmediato cualquier movimiento, controlar el tamaño del bucle con precisión y ejecutar con soltura una gran variedad de lances de presentación, Javier es un pescador que trasmite entusiasmo, alegría, humanidad y optimismo, de manera abierta y generosa.
Javier ha salido recientemente de una leucemia que le obligó durante un tortuoso período de tiempo a someterse a 15 sesiones de quimioterapia. Me lo ha contado de pasada a la vez que me hablaba de sus ríos favoritos y de las innumerables jornadas de pesca que ha podido disfrutar durante todo este tiempo.
Y es que Javier insisitió a los doctores que debía ir a pescar con toda la frecuencia posible para recuperarse cuanto antes. Los doctores le pusieron la condición de tomarse descansos frecuentes a la orilla del río, no ir a sitios muy alejados de su ciudad (Tudela) e ir siempre acompañado de algún amigo. Y así lo hizo. Y durante el tiempo que duró la cruel quimioterapia Javier pescó más días y más horas que en toda su vida.
Javier me comentó que durantes jornadas enteras en el río, llegó a olvidarse totalmente de su enfermedad. Los doctores se siguen sin explicar del todo cómo es que no se le cayó el pelo, cómo fue capaz de asimilar tal cantidad de tratamiento en tan poco tiempo y cómo se ha recuperado del todo.
Ahora Javier está reestablecido y ya no va tanto a pescar ya que tiene que trabajar. Y con una sonrisa en los labios me decía esta mañana: “Joder, con lo bien que me lo pasaba yo en el río con mi leucemia”.
Un gran abrazo Javier.