Hito 3 – Nace en Atapuerca el Homo lanzadirensis

En esta población de la serranía de Burgos estaban acostumbrados a oir hablar del Homo antecessor y a convivir con restos del Ursus dolinensis y otras especies de animales prehistóricos y homínidos que habitaron estas tierras hace unos 900.000 años.

Nadie sospechaba lo que les venía encima a partir del primer encuentro y curso de la CNL (Comisión Nacional de Lanzado del PAIL) allá por el 2004. Un grupo de hombres de aspecto más o menos normal tomaba la campa central del pueblo. Utilizaban unas herramientas supuestamente de caza pero no disparaban a nada. Ejecutaban una serie de movimientos más o menos rítmicos y algo parecido a una cuerda volaba hacia atrás y hacia adelante sin ningún propósito ni objetivo. Y lo hacían durante horas, hiciera sol, lloviera o tronara, estoícamente luchando siempre contra un pertinaz y persistente enemigo que a la postre se volvería compañero fiel para los restos, el viento.

Durante los próximos 10 años, el asentamiento nómada, fundamentalmente de fin de semana, creció en tamaño y aparecieron mujeres y en ocasiones también niños. Fueron siempre bien aceptados por la comunidad local aunque la expresión de perplejidad en las caras de muchos lugareños no llegó a desaparecer nunca del todo.

Primeros cursos modulares de lanzado

Algunos de los cárteles anunciadores de la época

Allí en Atapuerca se empezó a impartir los primeros cursos modulares de lanzado. En aquel entonces ese concepto único de cursos me parecía realmente bueno. Hoy en día, cuando los observo y analizo con perspectiva, después de haber dado por mi cuenta y asistido a un montón de cursos con muchos instructores, mi visión es otra: aquellos cursos son los mejores cursos y experiencias de lanzado que se han creado e impartido nunca.

Los cursos eran impartidos por un entusiasta grupo de instructores que durante meses antes se preparaban una presentación sobre diversos temas de lanzado, consensuados y variados en nivel y conceptos.

Cada presentación era un módulo del curso. Presentaciones amenas, muy interesantes y tremendamente prácticas. Cada una con el estilo y sello de cada uno de los instructores. Era un equipo de instructores con unas fantásticas dotes innatas para la enseñanza, capaces de llegar a la gente y hacerse querer. Unicos. Aquel grupo primigenio y responsable de todo lo que vino después estaba formado por: Fernando Gil Castillo, Raúl Portes, José Ricardo Mateu, Alejandro Viñuales y un servidor.

Raúl, guiando una sesión de calentamiento

Los alumnos, tras cada presentación, practicaban con gran entusiasmo lo presentado, siempre acompañados y supervisados por los profesores.

Todos esos cursos se iniciaban con una sesión de calentamiento y estiramientos dirigida por Raul Portes, algo muy innovador. Y terminaban con una serie de juegos de lanzado, donde los participantes se divertían, competían y hasta se picaban con frecuencia. Juegos y retos con sentido que servían de repaso a muchos de los conceptos explicados durante el día.

Los cursos en Sábado terminaban cuando ya apenas se veía y las despedidas eran siempre tristes y las ganas de volver a juntarse grandes. Los que se quedaban hasta el Domingo lo hacían porque se examinaban para alguna de las certificaciones o porque se estaban preparando para ello.

El hito

Atapuerca fue un escenario fantástico de enseñanza y aprendizaje. Un laboratorio de estudio y experimentación de técnicas, ideas y estilos. A riesgo de sonar un tanto arrogante, por la parte que me toca, repito: los mejores cursos de lanzado que yo he conocido nunca.

Por las bases que sentaron en cuestión de enseñanza y conceptos de lanzado, por la cantidad de grandes lanzadores actuales que salieron de esos cursos y por los varios instructores que dieron sus primeros pasos tras las certificaciones, considero que aquellas experiencias en Atapuerca fueron un auténtico gran hito en la historia del lanzado en España.


Os dejo una foto y un trocito de una presentación de Alejandro sobre speys, donde se recoge una de las frases más célebres, la cual, por su espíritu motivador, siempre quedará en los anales de la instrucción del lanzado: «….algunos ni siquiera a eso llegáis»