
De la hierba al agua
Este es un artículo-invitación a tratar un tema poco explorado y sobre el que yo considero existe suficiente campo de experimentación y
descubrimiento.
Me gustaría invitar desde este blog a todos los comprometidos con el lanzado y a instructores inquietos, a compartir pensamientos y experiencias en lo que llamo el proceso de transferencia de la campa de prácticas a un escenario real de pesca.
En el artículo recojo el planteamiento general y ordeno algunas ideas anteriormente comentadas solo de paso en el blog. Claramente es un tema que no tengo ni dominado ni tratado en profundidad. Te darás cuenta rápido de este hecho. De ahí lo de mi petición de ayuda y colaboración.
¿De qué hablo?
Cuando hablo de transferencia hablo de transferir (esta es buena). De trasladar nuestros conocimientos y habilidades de lanzado al agua. Me refiero al proceso que todos irremediablemente deberemos atravesar para que todas nuestras prácticas en hierba se vean reflejadas en situaciones reales en el río.
Cosas que nos salen muy bien en hierba de repente se vuelven complicadas y errores que no veíamos comienzan a aparecer en agua. Sobre todo en momentos de alta tensión.
La transferencia, por definición (mía), es un proceso consciente. Si somos capaces de ejecutar elementos mecánicos del lanzado sin pensar en ellos, el proceso de transferencia queda anulado. Movimientos totalmente interiorizados que no requieren pensamiento ni atención alguna y son ejecutados de manera natural, ya han sido del todo transferidos.
En momentos específicos de tensión: pez a la vista, viento desafiante, lance más largo… tenemos que saber parar y racionalizar la técnica aprendida y practicada en hierba. Quieto, piensa y actúa.
¿Para qué nos sirve?
Entender y dar forma a este proceso nos llevará a saber qué hacer para que tanto esfuerzo en seco tenga máximo impacto en mojado. Sin ese proceso, una buena parte de nuestras prácticas y horas de entrenamiento posiblemente pasarán desapercibidas, sirviéndonos para poco o nada.
Desde mi punto de vista y dotes de observación, es perfectamente posible ser un gran lanzador en hierba y uno bastante mediocre, sin demostrar todo su potencial, en el agua. ¿Infravalora esta afirmación el peso del entrenamiento?
No, lo más mínimo. Tan solo lo redefine y mejora. Recuerda que, llevado a un extremo más común de lo que pudiera parecer, en hierba se puede perder el tiempo miserablemente durante grandes ratos.
El entrenamiento y práctica son críticas para convertirse en un gran lanzador. Sin embargo, es necesario ser consciente de varias realidades esenciales:
- 1. Insisto. La práctica del lanzado en seco, de manera automática, no es, en la mayoría de los casos, elemento suficiente para convertirse en un gran lanzador en agua. Hace falta mucho tiempo y algo de método.
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- 2. El lanzado en agua es una realidad bien diferente: pisando piedras, desequilibrado por corrientes, con matas por todos lados, con vientos molestos y cambiando de querencia y lugar constantemente.
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- 3. Necesitamos ser más estrictos, metódicos y estratégicos en nuestras sesiones de entrenamiento. Priorizar lo esencial y machacarlo hasta la extenuación.
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- 4. Tenemos que ser mucho más creativos en nuestras prácticas. Crear escenarios, marcarnos retos con varios niveles de dificultad y usar todo tipo de herramientas y adminículos que recreen y simulen situaciones reales.
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Necesitamos ampliar nuestra gama de ejercicios tanto estáticos como en movimiento y en diversas posiciones corporales.
Debemos, así mismo, empezar a practicar con equipos reales de nuestra pesca habitual, tanto líneas y longitud de bajos. Sin atajos ni comodines.
¿Y qué es pues lo esencial que debemos machacar hasta la extenuación?
Recomiendo encarecidamente practicar insistentemente y sin descanso nuestro golpe de lanzado. Es lo que en agua nos va a ocupar el 95% del tiempo. Debiera ocuparnos también lo mismo o similar en tierra.
Un golpe de lanzado es mucho más que el consabido lance por encima de la cabeza. Debemos ser capaces de forjar casi a fuego un golpe de lanzado en cualquier ángulo y trayectoria y además:
- Ψ ser capaces de ajustar su arco de manera inconsciente con cada centímetro nuevo de línea que volemos.
- Ψ ajustar su amplitud al aumentar o disminuir la velocidad.
- Ψ hacerlo siempre con la mínima energía necesaria.
- Ψ debemos saber variar planos de apertura de bucles, vertical y lateral indistintamente en el frontal y el trasero.
- Ψ aprender exactamente lo mismo pero por el otro hombro.
- Ψ variar el agarre en varios puntos del mango de la caña.
- Ψ ser consistentes en cualquier posición corporal y estado de desequilibrio (emocional y físico).
Y hacerlo con la mano no dominante y los ojos cerrados para convertirnos, ya del todo, en maestros del golpe de lanzado. Sobre esta base, la transferencia de tu técnica al agua se va acelerar muchísimo y ser mucho más completa.
¿Cómo transferimos?
El primer paso para transferir es entender que es algo que debemos hacer para dar sentido a todas nuestras prácticas en hierba. El segundo paso importante es ser conscientes en todo momento de lo qué queremos transferir.
Nos vamos a aprovechar del hecho de que en una jornada hay cantidad de ratos concretos en los que la actividad es muy baja. Si elegimos esos ratos, el esfuerzo que tengamos que realizar en dedicar tiempo a transferir y pensar en el lanzado, será mucho menor.
Como idea general, si decido trabajar mi lance rodado ese día, deberé dar prioridad a ese tipo de lance durante todos esos ratos de inactividad. No es fácil, como digo, pero creedme que es la única forma.
En momentos de actividad reales de pesca, deberé no dejarme llevar por el instinto y de manera consciente aplicar el elemento mecánico o tipo de lance que necesite. Esto es muy complicado y requiere disciplina.
Varios consejos:
⇒ la mosca seca es mejor para transferir una mayor variedad de lances y técnicas al ser mayor el impacto visual.
⇒ lleva una ficha o fichas en el chaleco con los lances o aspectos técnicos que te gustaría transferir y con los que tienes mayor dificultad. Que estén explicados con claridad y concisamente.
⇒ pesca al agua. Pescando al agua uno se quita toda la presión de la truchita subiendo y se centra en todos los aspectos del lanzado. Busca piedras, matas, orillas, recovecos. Arriésgate a perder alguna mosca.
⇒ sal de tus hábitos de pesca acostumbrados y exígete más (pesca la otra orilla, un poco más largo…).
⇒ repite cada lance de manera clónica varias veces sin moverte del sitio (viva los lances falsos).
⇒ juega y experimenta con configuraciones intentando alargar tus derivas libre de dragado.
⇒ aunque igual te podrías apañar con un trasero en ese sitio concreto, exígete un rodado dinámico.
⇒ pescar corriente abajo te va a exigir otra técnica y tipo de lances. A por ello.
Ver las ventajas reales in-situ de un lance en relación a otro, es un verdadero momento revelador. Eso acelera la transferencia de manera asombrosa. Si además, logras clavar un pez con un lance o movimiento determinado de manera consciente, lo habrás transferido del todo para siempre. O casi.
Corolario 1
Muchos alumnos vienen a nosotros para mejorar su lanzado y poder sacar más peces. Prestar atención a técnicas y aspectos que, por el nivel del alumno, sabemos tienen poca probabilidad de ser transferidos y apenas utilizados es una pérdida de tiempo y dinero.
Debemos, como instructores, ser los enlaces permanentes con el río y saber diseñar clases y ejercicios con esa idea de manera prioritaria.
Corolario 2
Este artículo me ha quedado más largo que lo normal.
Signo casi inequívoco de que no tengo el tema suficientemente estudiado para quedarme con lo esencial y poder ser más claro, conciso y breve. Lo siento.