El Plan B-1ª parte
Este es un relato basado en hechos reales. Sin nombres propios ni referencias pero muy real. Como es un poco largo lo he dividido en dos partes. Aquí va la primera.
A lo largo de mi trayectoria como instructor, en ocasiones me han solicitado un curso de medio día en el que el cliente me hacía tan solo un requerimiento: lanzar lejos, por encima de los 25 metros y si es posible más.
El cliente tenía un objetivo claro y quería pagar para obtenerlo. Quería que todo el desembolso que iba a realizar fuera destinado de manera exclusiva a conseguir ese objetivo en ese tiempo.
Iba a viajar desde cierta distancia y disponía del equipo con el que conseguir su meta, una de esas líneas tan populares azulitas de cabeza de disparo. Haría lo que yo le dijera en un curso de 5 horas pero al final del mismo debía conseguir esa distancia.
Cada vez es más normal encontrarse con peticiones específicas de este tipo sobre lance a distancia. Pescadores que quieren aprender los máximos metros en el mínimo tiempo y están dispuestos a pagar por ello. Este tipo de cliente suele estar metido en competición y relacionado con gente que llega más que él. Y eso molesta mucho.
El problema
¿Qué hacer como instructores en un caso así? El problema es que puede que sea del todo imposible satisfacer a ese cliente. Normalmente, un alumno que solicita esto es frecuente que no llegue a los 20 metros con facilidad. Casi seguro que tiene una serie de deficiencias en su mecánica básica del lanzado que de no ser corregidas, no hay nada que hacer.
Conseguir que pase los 25 en cinco horas, sin tener unos buenos fundamentos del lanzado es casi imposible. Para mí.
Podemos preguntarle antes de aceptar su curso, cual es la distancia que maneja bien en ese momento. Casi seguro que su aproximación va ser una distancia demasiado optimista ya que nunca se ha medido con una cinta métrica sobre hierba pero consigue sacar casi toda la línea.
Tenemos un interesante problema en el que se entremezclan para el instructor, aspectos como experiencia y conocimientos, trato al cliente y honestidad profesional.
Veamos alternativas pues:
Opción 1
Podemos decirle sin más: Lo siento, pero en cinco horas es imposible que tu lanita sobrepase los 25 metros con regularidad, sin burruños y con tu línea y bajo bien estiraditos.
Con esta opción estamos presuponiendo que el alumno no está listo para emprender el reto de la distancia todavía. Casi seguro que tenemos razón pero al posible alumno y seguro gran pescador, que le presupongas eso de antemano sin haberle visto antes, no le sienta nada bien.
La verdad que no quedamos muy bien como instructores con esta opción, molestando al posible cliente y dañando su ego. Seguro que nos verá como un instructor muy limitado y poco motivador antes que como uno muy honesto y experimentado que es lo que, en realidad, nuestras palabras reflejan.
Tal vez, nos llevemos una sorpresa y le falte poco para cruzar esa marca. Con esa respuesta por nuestra parte igual estamos cerrando una puerta a un lanzador con mucho talento.
Ni de coña. Esto nunca pasa.
Opción 2
Hacer que, por su cuenta, el posible alumno se mida con una cinta métrica sobre hierba su distancia actual y nos lo diga antes de que decidamos si está listo para emprender el reto de la distancia. Que mida la distancia de 10 lances consecutivos con su equipo y haga la media.
Es muy probable que este alumno no haya practicado nunca en hierba. Ciertamente le va a suponer tiempo, ganas y esfuerzo realizar esa prueba. Muy probablemente, su respuesta será que ya lo hará y ya si eso, nos enviará el resultado.
Probablemente se buscará otro instructor que le maree menos, le diga lo que quiere oir y le enseñe lo que desea, independientemente de su distancia actual.
En la mente de muchos pescadores el progreso se mide en metros. En la realidad del lanzado tan solo en centímetros.
Continuará…