El Plan B-2ª Parte

Opción 3

Podemos apelar a todas nuestras dotes personales de empatía, paciente comunicador y trato inmaculado al cliente. Y contarle con detalle de qué va esto del mundo de la distancia.

Le escribiremos con detalle un correo en el que le contaremos aspectos técnicos del lance a distancia, sus dificultades, qué necesita antes dominar para emprender este reto y mil detalles más. Con mucha amabilidad, generosidad y claridad de lenguaje e ideas.

La respuesta del cliente será amable en parecida línea, de agradecimiento algo forzado pero casi seguro con un ligero tono de autodefensa. Ya sé de lanzado, llevo lanzando mucho tiempo y tengo un buen arsenal de líneas descentradas. Tan solo quiero aprender a manejarlas bien.

Está claro. Este cliente busca soluciones rápidas, los trucos, la várita mágica. Sin historias.

¿Qué le respondemos y hacemos a partir de ahí? Estamos casi como al principio.

Opción 4

Directamente aceptamos el curso, fijamos precio, lugar y fecha y nos vemos ese día.

Esta opción puede parecer un tanto frívola y poco profesional. Una opción entre el cliente paga y tiene razón y un ya veremos cómo va, esperemos que bien.

Si optamos por esta alternativa, deberemos tener un plan de ruta claro y bien diseñado porque aceptar un alumno con ese objetivo sin saber, con total seguridad, si es capaz de pasar de los 20, es un riesgo que puede acabar en desastre.

Imaginaros que en los primeros cinco minutos del curso nos damos cuenta que el alumno no tiene apenas idea de ejecutar la doble tracción y nos había dicho que sí que la utilizaba sin problemas. Tierra trágame.

La experiencia para un instructor de enseñar a un alumno a lanzar burruños lejos, todo lo lejos que pueda con esa línea de cabeza de disparo corta, sabiendo que lo que le falla es un golpe de lanzado mínimamente consistente y una doble tracción tan solo aceptable, es de lo más frustrante. Va en contra de todo lo que hemos aprendido y creemos. Pura prostitución de valores y principios.

Una vez identifiquemos en los primeros minutos del curso que nuestra peor pesadilla se hace realidad y que ni de coña en cinco horas nuestro cliente va a rozar los 25, deberemos recurrir a un nuevo plan. Un plan pensado, bien diseñado y aunque con un cierto factor riesgo, bastante fiable. El Plan B.

El Plan B

Este plan utiliza elementos de la opción 3 pero sobre el terreno. Mucho más potente que esa opción y con nuevos elementos escénicos.

Lo primero que haremos es hacer que el alumno se de cuenta por sí mismo de en qué punto se encuentra en su camino hacia los 25. Que empiece el plan pues.

El impacto visual

Haremos que durante unos cinco minutos, el alumno ejecute lances sobre un escenario muy bien marcado con conetes, conos grandes naranja y cinta métrica.

Los conetes situados uno cada cinco metros, los conos grandes naranja chillón cada 10 y una línea de estos conos en fila en la marca de los 25. La cinta métrica bien estirada marcando con precisión cada punto. El alumno se sitúa en una línea de salida con dos conos grandes a los extremos. Tal despliegue visual no es superfluo.

Iremos tomando nota tanto de las distancias que va consiguiendo como de las deficiencias técnicas que vayamos apreciando. En silencio, sin decir nada. Cinco minutos decisivos.

Observaremos como la cara del alumno adopta un rictus diferente, entre esfuerzo, sorpresa y rabia. El impacto visual de ver posar su lana a distancias exactas y visiblemente señaladas, es frecuentemente devastador. Y muy efectivo para nuestro Plan.

Esta primera parte del Plan acabará con dos conclusiones:

  1. 1. Cuantos metros le faltan para llegar a los 25.
  2. 2. Puntos de mejora sobre los que debemos trabajar.

 

 

Os aseguro que tras esta primera prueba el alumno empieza a plantearse de manera diferente su objetivo. Queda imbuído entre una sensación de humildad y hasta de un ligero arrepentimiento por habernos hecho creer que era mucho mejor lanzador de lo que acaba de demostrar.

Casi la mitad del trabajo hecho.

Nuevo objetivo

Toca la hora de explicar al alumno cual es el nuevo plan técnico.

Muy probablemente nos vamos a centrar en ejecutar una trayectoria rectita de la caña y una buena y coordinada doble tracción. En una segunda etapa aprenderemos a implicar el cuerpo y retrasar la rotación.

Vamos a practicar estos elementos con una línea descentrada de larga barriga. Dejaremos su caña y línea de disparo para el final del curso. Es mejor así.

El aspecto sicológico

Tan importante como el plan técnico es el sicológico. Debemos ser muy positivos sobre lo que podemos conseguir. Vamos a aumentar la distancia del alumno en uno o dos metros y aprender las claves para llegar a los 30. Con estos conocimientos y práctica por su cuenta, el alumno lo conseguirá.

Saldremos de la cancha de distancia y sin ningún indicador enfantizaremos los buenos lances, los técnicamente buenos en relación a los elementos que estamos aprendiendo.

Constantemente haremos mención a la necesidad del entrenamiento y le iremos haciendo ver que el principal objetivo de este curso es enseñarle a practicar y entrenar por su cuenta. Si lo hace con cierta regularidad llegará y pasará de los 25 en poco tiempo.

A medida que el alumno empieza a entender lo qué estamos haciendo y para qué, éste se va volviendo mucho más receptivo. En cuanto empieza a conseguir mejores lances y le empieza a salir alguno más largo, su entrega es total.

En la última hora del curso le explicaremos cómo debe manejar una línea de cabeza de disparo. Utilizaremos el lance honda para qué vea que sí que puede conseguir las distancias que él desea.

La sensación de felicidad y satisfacción que sentirá, a pesar de que nosotros y él sabemos que no es del todo real, será enorme. Pura sicología, tan esencial para su futuro progreso como todos los elementos técnicos aprendidos.

Habrá sido un gran curso.