
Sobre la enseñanza del lanzado
La enseñanza del lanzado y no solo en España, dista mucho de ofrecer un nivel de calidad simplemente medio. No nos echemos las manos a la cabeza. La enseñanza de casi cualquier cosa en España deja mucho que desear. Repito, mucho. El lanzado no podía ser una excepción.
Independientemente de estar en posesión de un certificado del PAIL, ADELAM, FFI, EFFA o APGAI, los cuales acreditan fundamentalmente ser un buen lanzador, el nivel medio del instructor de lanzado es muy mediocre. Existe mucho mejor nivel de lanzado que de instrucción, de la misma manera que existen un gran número de grandes lanzadores que son muy limitados instructores.
Error
Se puede caer en el error de pensar que tras haber obtenido uno de esos certificados y empezar a dar cursos, uno se tiene que convertir en un gran instructor a fuerza de ponerse delante de alumnos. Algunas veces ocurre, muy pocas. El caso es que si uno no decide desarrollar, a través del estudio y formación continuada, sus dotes pedagógicas, habilidades de comunicación y técnicas de enseñanza, por propia iniciativa, acaba más o menos donde empezó: siendo un buen lanzador y un anodino instructor. Los alumnos, en todos los casos, son los que sufren las consecuencias.
Ser un gran instructor de lanzado conlleva un conjunto de habilidades sobre las que la mayoría de lanzadores no han oído hablar nunca: de comunicación, de interacción con el alumno, de lenguaje corporal, de simplificación de lenguaje, de organización y preparación de cursos, de la enseñanza de la autoformación, del tratamiento al cliente y un muy largo etcétera.
Al final los instructores de lanzado se dividen en dos categorías: los que se sacaron un título y enseñan y los que a la vez que enseñan siguen en permanente estado de formación continua. Repito, esto es aplicable a cualquier disciplina y área de conocimiento.