
Sobre lo cursi y algo pedante de la mosca
De un tiempo a esta parte empieza a proliferar por Facebook un tipo de lenguaje que, a mí, personalmente, me empieza a resultar cansino y hasta cierto punto estomagante.
Facebook es un fantástico canal para enseñar tus capturas y mostrar a todo el mundo que eres un buen pescador, esperando conseguir muchos likes y comentarios de halago y enhorabuenas.
Alimentar el ego nos gusta a todos y en muchos casos es del todo necesario en el duro devenir de nuestro día a día.
El antes
Es curioso, cómo el lenguaje a la hora de describir las truchas, varía sustancialmente antes de la captura y después de la captura. Antes de la captura, ese pez que queremos capturar y se nos resiste es descrito como:
- ⇒ Hija de puta…
- ⇒ Joder que jodida, lo qué sabe.
- ⇒ A esa la voy a joder, verás.
- ⇒ Con esta mosquita a la puta calle.
- ⇒ Serás maricona (tras un rechace).
Todas las expresiones recogidas en este artículo las he oído directamente en multitud de ocasiones a pie de río o las he obtenido de Facebook.
Antes de la captura de ese deseado y grande pez el lenguaje se vuelve agresivo y de desafío, lleno de palabras malsonantes que expresan un enfrentamiento visceral con aquel ser que queremos capturar, ya que nuestra razón de ser como pescadores es esa, capturarla.
El después
Los términos y el lenguaje cambian radicalmente una vez realizada la captura y posamos para la foto que queremos subir al Facebook en el momento de su devolución. Y así empezamos a leer cosas como:
- ⇒ Cuánta belleza y mágicos colores…
- ⇒ Mis princesas.
- ⇒ Mis compañeras y amigas.
- ⇒ Reflejos infinitos.
- ⇒ Mi razón de ser.
- ⇒ Vuelta a la vida.
- ⇒ Una mirada como agradeciéndome el devolverla a su medio.
- ⇒ Se resistió como una campeona pero al final doblegó.
- ⇒ Le otorgo la libertad con la esperanza de encontrarme…
El tono cambia sustancialmente tras haber logrado engañar y sacar el pez. El pescador, en cuestión de minutos, se ha transformado en un ser bondadoso, agradecido y lleno de emociones poéticas.
Si desapruebo del todo el lenguaje desentonado y ofensivo del antes, todavía me gusta menos el lenguaje pedante y cursi del después.
Me estoy haciendo viejo
Igual es eso y que cada vez aguanto menos tantas memeces en esto de la pesca y en todo en general.
Quizás sea también la disonancia desmedida que alcanzo a ver entre esa foto posando con el pez y el lenguaje utilizado para describirla. Eso, creo, me hace daño.
Después de someter al pez a una dura pelea luchando por su vida, donde el animal sufre un nivel alto de stress segregando grandes cantidades de adrenalina, cortisoles y catecolaminas, nos disponemos a sacar la foto, con el pez fuertemente sujetado, según el caso, y en estado de hipoxia (Behavioral strategy and the physiological stress response in trout exposed to hypoxia M T van Raaij , D S Pit, P H Balm, A B Steffens, G E van den Thillartnos).
Es en ese dramático estado de cosas cuando a la hora de describir la foto, aflora nuestra vena más poética, romántica y expresiva. Como digo, inarmónico y discordante, cuando menos.
El único pie honesto y sincero, que correspondería a todas esas fotos debiera ser el de: «Mirad que bueno soy«.
Ciertamente, quedaría muy triste tal primario alarde de honestidad y sinceridad, es por eso por lo que debemos disfrazarlo de algo más bonito, profundo y pastoral.
Repito y no me odiéis mucho por ello, me hago mayor y hay cosas que cada vez aguanto menos.
Reflexión
Considero importante, de cara a una futurible defensa de nuestra actividad, ante grupos ecologistas y defensores de los animales (que llegará, ni lo dudes), que nunca olvidemos el lugar que nosotros los pescadores sin muerte ocupamos.
Somos pescadores que incordiamos claramente, en mayor o menor grado, a nuestras capturas y que decidimos devolverlas por una simple y egoísta razón: las queremos capturar de nuevo y a ser posible habiendo crecido en tamaño. No nos importa nada volver a incordiarles. Total, si la voy a devolver, que no se queje.
Cierto que es una actitud muy en consonancia con el mantenimiento estable de poblaciones e incluso recuperaciones de ríos. Pero, al final del día, el instinto que nos mueve no es más que el de egoísmo, puro y simple.
Repito, considero importante no alejarnos de este básico planteamiento. Solo así seremos capaces de elaborar líneas argumentales y planteamientos, mínimamente lógicos y científicos, que respalden el desarrollo de esta bendita afición de todos nosotros.