El dragado
El aspecto más importante en cualquier presentación pasiva es con gran diferencia y por encima de cualquier otro aspecto (a excepción de la existencia de truchas), el dragado.
El tema del dragado sigue siendo asignatura pendiente en la mayoría de pescadores con mosca, independientemente de si son pescadores a seca o ninfa (sin señalizador).
Nos sigue resultando mucho más sencillo cambiar de mosca una y otra vez que aprender a ejecutar un determinado tipo de lance. Y una trucha dependiendo de su estado anímico, apetito y grado de alerta puede meterse a la boca en un determinado momento cualquier imitación por muy esperpéntica que sea. Sin embargo, jamás y esto es un absoluto irrefutable, tomará una mosca que drague (refiriéndonos siempre a presentaciones pasivas).
Conviene recordar que a la hora de hablar de dragado debemos tener en mente un concepto mucho más amplio y sutil del mismo. No se trata únicamente de que nuestra mosca “raye” o deje estela en la superficie. Se trata, más bien, de librarle de toda sensación de peso y tensión, muchas veces algo más intuitivo que físicamente perceptible (solo para el pescador, no para la trucha).
No sé si algún día se llegará a dar la importancia que este fenómeno merece en acción de pesca. Es posible que no, puede resultar demasiado trabajoso y al fin y al cabo al río vamos a divertirnos.
Sin embargo, por eso mismo para algunos, el estudio del dragado y cómo combatirlo puede resultar apasionante y lleno de singularidades curiosas en las que uno se imbuye, para ya no querer volver a salir nunca. Yo claramente os invito a ello.
Se trata, más bien, de liberar a nuestra mosca de toda sensación de peso y tensión, muchas veces algo más intuitivo que físicamente perceptible.