Entonces, ¿si te haces mejor lanzador cogerás más peces?

Buena y manida pregunta. La respuesta obvia sería, desde luego. Pero como con esa respuesta se acabó el artículo y ya escribí sobre eso y hace tiempo que no escribo y tengo unos días de asueto y me apetece, pues intentaré que la respuesta no sea tan obvia.

Si te haces mejor regateador ¿meterás más goles? Y si mejoras el swing ¿bajarás tu hándicap? ¿Tan “simple”? Ojalá.

Serás un más completo futbolista, un más sólido jugador de golf y dispondrás de más recursos como pescador, sin duda.

Pero a esa básica fórmula de gran lanzador = gran pescador capturador de peces, le faltan ingredientes o al menos una definición de los términos. Sin eso la fórmula, por simplista, es una auténtica sandez.

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En mi experiencia como pescador (media de 85 días por temporada) y generosa carrera en el mundo del lanzado (no digo los años por reparo ya que pienso que tras tanto tiempo debería ser mucho mejor lanzador de lo que soy), uno debe desarrollar la mejor técnica de lanzado que pueda y dominar todos los recursos que existan y él mismo se invente, para después, ir al río e intentar lanzar lo menos posible, situarse lo más cerca viablemente posible al pez y con un número mínimo de lances de presentación y filigranas cercano al cero, si es cero mejor que mejor, presentar la mosca.

Se trata de ir al río, olvidarte del lanzado, de la caña y de la línea y pescar.

A pesar de sonar a oxímoron contradictorio y paradójico ese planteamiento es lo único que tiene sentido y da sentido a todo lo demás.

Esa idea de minimalista aplicación del lanzado al río es la que enlaza, con elegancia, la aparente disyuntiva cuasi excluyente en plena recalcitrante vigencia desde hace 30 años, de pescador/lanzador. Y da mucho más valor al lanzador, forjándolo en mejor pescador de manera indisoluble.

Ya me llegan susurros desde la mente de algún lector: «Joder si lo mejor es no lanzar ¿para qué saber lanzar?»

El lanzador minimalista

Hablemos pues de un nuevo personaje, el lanzador minimalista.

Para ser un gran lanzador minimalista, fundido sin costuras visibles con su ser pescador, uno tiene que saber mucho. Es el arte de la simplificación, filtración, selección y sabia aplicación del conocimiento en cada momento lo que convierten a un gran lanzador en un gran pescador. Como dijo un sabio: «Solo si sabes mucho conseguirás hablar poco» Yo añadiría: poco y de manera simple.

Solo si sabes mucho y has practicado muchas horas (y quieres), serás capaz de hacer lo justo, lo correcto y lo mínimo efectivo ante cualquier situación en el río. Sea pescando al agua o a pez visto. Y esa será tu prioridad porque te habrás convertido en un experto de la exclusión.

El lanzador/pescador actual: experto minimalista, maestro de la exclusión

El verdadero lanzado en acción de pesca debe centrarse en excluir elementos técnicos innecesarios priorizando solo lo esencial. Eso, a la postre, nos convierte en pescadores mucho más eficientes redundando, con suerte, en un mayor número de capturas.

Cierto es que en algunas situaciones el elemento técnico mínimo esencial no es fácil. Os aseguro, sin embargo, que la mayor parte de las veces siempre existe una opción técnica más sencilla. La cuestión es saber cuál. Y, en muchos casos, querer aplicarla.

Pero entonces ¿se sacan más peces si lanzas mejor o no?

Y dale Perico al torno.

En teoría así debiera ser. En la práctica no necesariamente. Dependerá del grado y calidad de la transferencia de la técnica de la hierba al agua que el lanzador/pescador haya experimentado. Básicamente, la clave estará en el talento del lanzador para aplicar lo que sabe y de su habilidad para sacar partido a sus conocimientos en las mil situaciones varias que el río nos presenta.

Puede que el lanzador haya practicado mil rodados dinámicos en hierba y a la hora de la verdad con una buena trucha cebándose en frente, tienda a no querer correr riesgos y realiza un lance vertical que es con el que tiene más confianza y mejor precisión. Y en ese estado de tensión la engancha atrás (varias veces esta temporada, torpe de mí). Deberá currarse la transferencia algo más el paisano.

El lanzador empecinado

Creo, así mismo, que el lanzado puede redundar en más capturas si el pescador/lanzador no antepone su gusto por el lanzado a la captura de la trucha. Que sea la trucha y las circunstancias lo que determinen qué hacer y cómo hacerlo, no tu depurada técnica con esos monos lances de presentación.

Que sea la trucha y las circunstancias lo que determinen qué hacer y cómo hacerlo, no tu depurada técnica con esos monos lances de presentación.

Te pongo otro ejemplo, ya que estamos.

Si tenemos una trucha a 15 metros y podemos acercarnos a 5 con seguridad, no tiene sentido realizar un lance tan largo aunque nos mole un montón. Si te apetece, adelante, pero no estaremos hablando de un pescador eficiente entonces. Hablaremos de uno más bien caprichoso o empecinado. Muy respetables los dos, los tres.

Al final tanto el gran lanzador/pescador como el gran pescador/no lanzador siguen trayectorias similares convergiendo en un punto en el que la eficiencia y sobretodo el río dictan las normas.



 

Corolario 1

Este enfoque minimalista del lanzado en el río, que creo es correcto, nos coloca a los diseminadores y enseñantes de la disciplina del lanzado en un escenario en el que, tanto nuestras rutinas y enfoque de entrenamiento como los cursos de lanzado, exámenes y preparación de los instructores, deben ser reevaluados y a mi entender, modificados y actualizados.

Corolario 2

Este artículo contiene un montón de flecos, puertas abiertas y derivaciones. Como debe ser.

Algunas de las cuales las tengo tratadas en varios artículos del blog. Te animo a que te zambullas en él. Estoy radical y visceralmente en contra de algunos críticos ya que la buscabilidad del material de este portal es sencillamente excelente.

Ganas de tocar las narices, por Dios.