
Las correcciones en clases individuales
Las lecciones individuales de lanzado se han vuelto, para muchos, la opción más convincente a la hora de mejorar la técnica.
En sesiones cortas (menos de 4 horas) un profesor para uno solo, con dedicación y atención exclusiva, parece presentarse como la alternativa más rápida a la hora de trabajar, tanto los errores como las carencias mecánicas y destrezas concretas. Y aunque puede resultar algo más caro que en grupo, estoy totalmente de acuerdo con ese planteamiento tan popular últimamente.
Es importante recordar, sin embargo, que de cara al instructor, conviene ajustar algo el enfoque didáctico ya que esta experiencia pedagógica individual, entraña diferencias sustanciales con respecto a la enseñanza grupal.
Aquí estoy yo para eso. Así que me centraré en este articulito tan solo en una de esas diferencias. Una tan solo, aunque quizás la más importante.
Las correciones
Es normal en la enseñanza en grupo que el instructor vaya alumno por alumno, tras haber explicado a todo el grupo el concepto y marcado la rutina a practicar, corrigiendo individualmente prácticamente todo lo que ve mal y cada uno de los aspectos que considera mejorables. Tiene que ser así porque hasta que no pase por cada uno de los demás alumnos, no volverá a ese individuo en particular, probablemente en un ratito. Saber distribuir los tiempos y ser equitativo en el reparto es un tema interesante que trataré en el futuro.
Normalmente, en este tipo de cursos, el instructor condensa toda la mayor parte del análisis técnico de un participante en concreto, en una serie de instrucciones expuestas de manera seguida, a modo de bloque, para que vaya trabajando por su cuenta mientras él está con los otros.
Un, en ocasiones y normalmente inconsciente exceso de celo por parte del instructor, en justificar ante el alumno el precio del curso y demostrar su profesionalidad, marca esta actitud excesivamente acentuada, en un buen número de profesores de lanzado.
“Más recta esa caña y tracción un poco más larga. Eso es, mueve el cuerpo un poco más y no agarres tan fuerte. Así, pero para más arriba. Venga a ver, practica todo esto y cuando vuelva me enseñas…”
Desde un punto de vista de una enseñanza racional y con sentido, esa manera de instruir es una locura. Una locura bastante poco útil. Es del todo imposible para el abnegado alumno, concentrarse en varios puntos de mejora a la vez. Al final, en muchas ocasiones, no termina de concentrarse en ninguno.
Es lo que tienen los cursos para grupos. Y cuantos más participantes haya, más relevancia cobra ese problema.
Cambio de enfoque
El seguir con ese planteamiento de «corrección condensada en bloque» en clases individuales, no responde más que a una falta de reflexión y escaso replanteamiento del enfoque por parte del instructor.
Imaginemos un alumno, en una clase individual, aprendiendo a lanzar lejos. Escuchemos la interacción comunicativa que suele producirse con el maestro formador:
- – Alumno (acaba de lanzar hasta los 20 metros y burruño padre) : Joder, ¿pero por qué? El trasero ya se ha estirado bien como me has dicho.
- – Profesor: Ya, pero has aplicado exceso de energía en el último lance.
- – Alumno (prueba de nuevo y lanza): Coño, ahora no llego ni a 18.
- – Profesor: Espera, con esa tracción frontal tan perezosa y lenta no vas a ninguna parte. Es lo que hemos visto antes.
- – Alumno (prueba una tercera vez): Mierda, negativo atrás. Ya, ya, tengo que ampliar el golpe.
- – Profesor: Y mete más rodilla. Cambia el peso de una a otra.
- – Alumno (ahí va de nuevo): Buff, se me ha caído toda la línea adelante. Y eso ¿por qué?.
- – Profesor: pues porque estabas apuntando hacia abajo demonios.
- – Alumno: a ver ahora…
Lo dejamos ahí. ¿Qué es lo que ese profesor, en mi humilde opinión, está haciendo mal? Aparentemente sabe identificar muy bien el problema y señalar la acción correctora.
A estas alturas del artículo creo que ya te imaginas la respuesta: demasiadas correcciones demasiado seguidas.
Independientemente del nefasto resultado de cada lance, debemos hacer que el alumno sea capaz de centrarse en un solo elemento técnico y llegar a ejecutarlo con cierta consistencia. Repito, independentemente de si llega a donde quiere o no (en el caso del ejemplo con la distancia pero es muy extrapolable a cualquier otro objetivo o tipo de lance).
Un claro punto de mejora en la enseñanza individual, es el saber dejar de insistir con las explicaciones o no añadir constantes pequeñas observaciones en cada uno de los lances que el alumno ejecuta.
En mi experiencia, debemos dar tiempo al alumno a procesar la información explicada (meditar y relajarse), y no corregir cada uno de los lances (una dinámica ciertamente estresante para los dos). Creo que es mucho más productivo corregir y comentar después de cada serie de cinco o seis intentos. Y decidir qué corregir exactamente. Cinco, seis o más, según el alumno y su velocidad de entendimiento y aprendizaje.
Corolario
Saber retener nuestro innato/aprendido/entrenado instinto de corrección continua en cada uno de los lances malos de un alumno y quedarnos callados, es una habilidad no demasiado fácil de poner en práctica. Para mí, del todo esencial en esa experiencia única de lanzado que son las clases individuales.
Así debemos hacérselo entender a nuestro querido alumno. Y así, os aseguro, lo entenderá.
Os dejo con un potencial CI algún día, afinando distancia.