Ni imitación ni presentación. Ya vale

Efectivamente, ninguna de las dos tendrá casi ningún sentido a la hora de la verdad si antes no has entendido y seguido a rajatabla algo tan de sentido común como es lo que recoge mi teoría de los grados de alerta de la trucha.

Fijaos que he puesto un casi. A todos los efectos no le vamos a hacer ni caso, pero como esto es pesca y los dogmas y verdades absolutas no existen, o casi, pues me cubro las espaldas.

Un poco de historia

Desarrollé esta teoría hacia finales del siglo pasado y a lo largo del tiempo ha salido publicada en Sexyloops (español e inglés), Jara y Sedal pesca, Dánica, Trofeo Pesca, boletines de varias Asociaciones locales, varias páginas web de pesca y multitud de veces mencionada por Mikel Coronado en su podcast waderpeople.

No era nada nuevo.

Era algo que todos los pescadores con algo de experiencia ya sabíamos. A esa idea básica de si el pez se asusta, mala cosa, le fui añadiendo diferentes niveles de susto.

De esa manera, un nuevo elemento se incorporaba a la consabida fórmula: buena imitación + buena presentación = captura (o quizás no).

Esa fórmula era refutada en acción de pesca una y otra vez o así pensábamos muchos pescadores. Mi imitación es buena y mi presentación mejor y aun así, rechace.

Y llega un nuevo ingrediente

El nuevo ingrediente venía a resolver el enigma y la fórmula, hoy intocable, ya queda así:

buena imitación + buena presentación + nivel de alerta del pez cero  = captura segura

Y eso, como digo, ya no hay quien la toque ni contradiga.

Mi teoría destacaba por una realidad que sí que dejaba a más de uno un tanto perplejo:

Una trucha puede estar alimentándose con aparente normalidad, pero siendo plenamente consciente de la presencia del pescador. Esto hará que su toma de insectos sea más errática e irregular.

Ese solo detalle era el que ponía un tanto patas arriba el dilema sagrado de presentación e imitación. Esas dos vacas sagradas pasan a un segundo plano en esas determinadas circunstancias.

El pescador más efectivo

A lo largo de todos estos años he observado como un rasgo, por encima de todas las demás habilidades de un pescador, se decanta como elemento común de los que más peces cogen. Y ese rasgo es el sigilo.

Esos pescadores que acechan al pez visto colocándose en posición, andando como flamencos casi por encima del agua, no creando la más mínima perturbación ni ruido y agachándose con increíble flexibilidad, intentando dejar cero rastro de su presencia ante el pez.

Para esos seres sigilosos la prioridad no es la mosca o lance, la absoluta obsesión es que su imitación llegue al pez antes que lo haga una ondita de agua creada por él.

Esa pequeña perturbación sería detectada por la línea lateral del animal e interpretada como anormalidad, subiendo un grado el nivel de alerta del pez y poniéndole las cosas más complicadas al pescador.

La línea lateral es el órgano sensorial más importante de la trucha. Se manifiesta como una suave línea que va desde el opérculo hasta la cola y es ahí donde presenta las escamas más redondas y de mayor tamaño.

Esos ninjas del río son los que más peces capturan, casi siempre.

 

Game Over

El eterno debate existencialista y agobiante de presentación v imitación ha llegado a su fin. Game Over.

Son tres en discordia ahora y el nuevo convidado (de nuevo nada) les da pal pelo a los otros dos.

Esto es lo que hay.

De esa fórmula definitiva, ¿qué elemento no debemos cambiar nunca para seguir con posibilidades de que el pez tome nuestra mosca?

Si la presentación no es perfecta del todo (teniendo que ser muy buena, aun así), la imitación ni se acerca a lo deseado, pero el nivel de alerta del pez es cero, todavía podemos conseguir la captura.

Insisto. Podemos «empeorar» en mayor o menor grado la presentación y la imitación, pero si ese pez no tiene ningún nivel de alerta y se siente plenamente confiado, hay esperanza.

Termino. La mejor presentación junto con la mejor imitación a un pez alertado, ná de ná. Rien de rien. No way. 什么都没有.

Por goleada.

Corolario

La sigo llamando teoría pero habiendo pasado el escrutinio y férrea verificación de miles de pescadores a lo largo de muchos años, ésta sí que debiera ser una realidad irrefutable. Vamos, que se merece un ascenso.

De teoría a algo así como Ley Universal de los Grados de Alerta de la Trucha. Rimbombante, aunque merecido, muy merecido.