Un lance para ese engañoso viento trasero

La vida del pescador parece volverse algo más sencilla cuando ese vientecillo, casi siempre incordiante, viene de espaldas. El caso es que o tomamos medidas concretas o estaremos cometiendo un craso error.

Una de la obsesiones de muchos pescadores es esa de “estirar el bajo”. El “bajo no se me estira” sigue siendo, hoy por hoy, uno de los lamentos más veces repetidos entre lanzadores noveles e incluso intermedios en determinadas situaciones.

Cambiando el chip

El caso es que, y una vez más la teoría se separa de la práctica, un bajo estirado es sinónimo, en el mejor de los casos, de tensión en la mosca. Es, por otra parte, la razón de existir de los bajos largos. Lograr que por la longitud del mismo no llegue a estirarse del todo.

El viento de espalda, cuando no es excesivamente fuerte como para molestar la ejecución de un lance trasero óptimo, nos permite ver como nuestro bajo, independientemente de su longitud, se estira hasta el final. Y la sensación de pero-que-buen-lanzador-que-soy es, en muchos casos, inevitable. Y en este estado de emoción, no nos damos cuenta de la tensión que lleva nuestra mosca desde que toca el agua.

Es, en estas condiciones, cuando un lance de línea floja es del todo obligatorio para evitar ese estiramiento del bajo.

Lance

Un trasero bajo, trayectoria ascendente en el frontal y pequeño tirón de la mano complementaria con variación de fuerza según intensidad del viento y control de precisión, será todo lo que necesitemos para evolucionar con éxito cuando sopla ese engañoso aire trasero.